Una mirada reflexiva hacia la cultura de la Infancia

Loris Malaguzzi era, por naturaleza, un inconformista; un transgresor, en el sentido de inventar algo inexistente y aplicarlo; y, además, un creativo. Partió de la idea de que, para hacer buena pedagogía, hay que cerrar para siempre los libros de esta materia. Sin embargo, era un grandísimo lector, lo que le permitió indagar en distintos campos del saber, como el arte, el diseño, la arquitectura, la biología o la química, para luego, aplicarlos a la educación.
El pedagogo italiano partió de la idea de que "la educación empieza con la imagen del niño, que revela la indeterminación del ser humano". "entonces, al niño, al tener un comportamiento inesperado, se le debe dar libertad y no condicionar". Así, el maestro debe estar atento a escucharle y observarle, desde el respeto y sin juzgar, como forma de "indagar en las capacidades infantiles". "Esto, en la práctica, significa el rechazo a las programaciones educativas, que implican el prever de antemano, de forma rígida, lo que tiene que ocurrir en la enseñanza. 
Sin embargo, Malaguzzi no dejó todo a la improvisación, sino que aplicó los denominados proyectos, que consisten en disponer situaciones de aprendizaje, ya que educar significaba, para él, incrementar el número y la calidad de posibilidades de aprendizaje"
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